Se recuerda la génesis de los Congresos Internacionales de Arquitectura Religiosa Contemporánea y se relata el proceso de organización del actual evento, dedicado al tema Más allá del edificio sacro: arquitectura y evangelización.
Partiendo de la experiencia de las capillas de indios mexicanas, se proponen diversos casos de estudio: los altares al aire libre para eventos multitudinarios; los contenedores litúrgicos permanentes para concentraciones masivas; los espacios de culto para situaciones de emergencia, los espacios de silencio y celebración ubicados en centros universitarios, barcos, bases militares, aeropuertos o instalaciones deportivas; los espacios de culto provisionales en parques, playas, centros comerciales o centros turísticos de temporada; las iglesias en países de minoría cristiana; o incluso los pabellones oficiales de la Santa Sede en exposiciones universales o temáticas.
En todos estos programas se visualiza el afán misionero de la Iglesia católica —recientemente reclamado por el papa Francisco—, su interés por expandirse y por transmitir el mensaje recibido.
Saludo de bienvenida a los participantes en un congreso que se realiza en Sevilla, una ciudad experta en elevar soberbios altares fugaces para celebraciones litúrgicas. Se recuerda especialmente el túmulo que se edificó en la catedral para las exequias del rey Felipe II en 1589, y que inspiró el famoso soneto con estrambote de Miguel de Cervantes, donde se capta una de las ideas más interesantes de la arquitectura efímera religiosa: mostrar la belleza de la fe pero, al mismo tiempo, significar la fugacidad de las construcciones humanas.
En la historia de la cultura occidental, la Sagrada Escritura es una fuente arquetípica no sólo para el diseño de edificios de culto, sino también para la práctica de la construcción en general. El Antiguo Testamento ofrece un amplio repertorio de espacios y edificios que han nutrido el imaginario arquitectónico colectivo, tanto en el área del Mediterráneo como en la Europa continental. Cuando consideramos el Nuevo Testamento, las referencias a las formas arquitectónicas se hacen mas evanescentes. Diversos pasajes evangélicos parecen sugerir que el cristianismo no tiene necesidad de espacios sagrados específicos. De hecho, en los momentos de reforma del pensamiento eclesiológico, estos pasajes se han utilizado para argumentar una concepción atópica del culto cristiano. La Buena Nueva parece anunciar no solo el fin del Templo de Jerusalén, sino también de toda arquitectura sagrada en favor de una arquitectura santa, hecha de cristianos santos, templos vivos de Dios. El impulso para superar la arquitectura para el culto es corroborado por la visión escatológica en el último libro de la Escritura. El Apocalipsis considera la Nueva Jerusalén como un modelo integral, donde las mediaciones materiales para la relación con Dios ya no existirán. Toda la ciudad será el lugar de la Presencia Divina. Sin embargo, sabemos que estas hipótesis, recurrentes en la historia del cristianismo y de la arquitectura, no han sido nunca expresamente utilizadas por ninguna comunidad organizada. El tema atraviesa el Renacimiento, con el auge del llamado culto interior, y retorna con fuerza tras el Concilio Vaticano II, que pone en el centro la formación de la asamblea celebrante, más que de la construcción de la casa de la asamblea.
El espacio litúrgico no puede evitar dar testimonio del milagro de la Presencia, y sólo puede hacerlo por sus propios medios: a través de la evidencia de masas estructurales, de la combinación de materiales, texturas, colores; de la combinación armoniosa de formas; del movimiento fluido de la luz que la cubre y, al mismo tiempo, que está dominada por ella. Así se activa una comunicación silenciosa que conmueve el alma a través de los sentidos, y que, al tocar nuestro espíritu, nos ayuda a vivir la experiencia de Dios, nos gusta a todos los que, en todos los tiempos y lugares, hemos vuelto nuestros ojos al cielo, hemos elevado oraciones y hemos construido templos. Creo firmemente que esta vocación natural de la arquitectura litúrgica conserva su valor intacto incluso en la confusa configuración de la ciudad contemporánea, y que el espacio de la iglesia todavía debe esforzarse por responder a esa necesidad de lo sagrado que habita en cada uno de nosotros. Esto no significa que tengamos que dar forma a proyectos más o menos audaces, intentando sugerir un vago misticismo o inducir una indefinida sugerencia emocional, sino que implica una investigación consciente y deliberada en los temas de arquitectura que durante siglos han sido capaces de darle al lugar de culto sus rasgos claramente vinculados a la persona de Cristo, a la teología de la revelación y a la historia de la salvación.
Presentación del cortometraje titulado «Dove Dio cerca casa» (Donde Dios busca casa), encargado por el arquitecto italiano Giorgio Trebbi a su amigo Renzo Renzi, con motivo de la celebración del «Primo Congreso di Architettura Sacra» (Bolonia, 1955). En él, se ve a un grupo de sacerdotes que luchan por convertir un viejo edificio en desuso en una iglesia.
También se puede apreciar la situación de Bolonia a comienzos de los años cincuenta, con el intenso contraste entre el centro histórico, asentado, y la periferia, entendida como territorio de misión. La situación era similar en otras ciudades europeas de la época, y sigue siendo extrapolable al estado actual de diversas metrópolis en buena parte del mundo.
Una iglesia debe tener el rostro y el corazón de la tierra y del pueblo en el que se destaca. Para proyectar los espacios para el culto, es importante sumergirnos en la vida de las personas, compartir sus visiones y verdaderas aspiraciones y conocer el lenguaje de sus corazones a través de la observación de la naturaleza. La experiencia en África nos ha sugerido la expoliación de cualquier perjuicio para dar la bienvenida a la novedad de un mundo virgen, capaz de inspirar, en su simplicidad, la formas más esenciales y verdaderas, sin artificios y reminiscencias de otros mundos.
Este documento tiene por objetivo comprender cuales son los factores determinantes en la programación y en la concepción de una iglesia romana en un país de minoría católica. Pretende identificar tanto las características que determinan la identidad al espacio ecelsial como definir los criterios para conseguir su adecuación. Con este fin, se tuvieron en consideración las recomendaciones del Concilio Vaticano II y la incidencia de la tradición en la arquitectura de las iglesias. Finalmente, la discusión teórica del problema se centra sobre el caso de la nueva iglesia del convento de los Carmelitas Descalzos de Snagov, en Rumanía.
Este artículo presenta las posibilidades de desarrollo de nuevas formas de arquitectura religiosa en la Iglesia Ortodoxa Serbia, sobre la base de ciertas tradiciones. La situación actual en este ámbito se analiza con especial énfasis en los edificios y espacios religiosos atípicos. Los autores muestran que la dominación del tradicionalismo en la expresión arquitectónica no está basada en restricciones canónicas, sino el resultado del esfuerzo de establecer la continuidad interrumpida mediante la imitacion de formas de épocas anteriores. La libertad de creación arquitectónica en este campo se justifica observando con la variedad de las formas existentes a través de la historia, entre las cuales los zapis son particularmente interesantes.
El descubrimiento de América supuso la creación de una arquitectura para la evangelización que ayudara a la iniciación cristiana de los indígenas precolombinos. El reconocimiento de las claves de esta arquitectura debe darnos pistas para la creación de espacios que ayuden a la nueva evangelización en Latino América. La falta de medios materiales no fue óbice para crear esta arquitectura. Para ello se tuvieron en cuenta elementos centrales como pueden ser: la creación del atrio-plaza, lugar de encuentro, la caridad y la educación, la revalorización de la dimensión escatológica del templo cristiano, y las virtudes tanto teologales como cardinales como fuente de inspiración arquitectónica.
El 6 de mayo de 2013, el popular diario húngaro Magyar Nemzet informaba que se había formado un
comité científico interdisciplinario para establecer las bases de una nueva comunidad que vive en Drávapiski. De acuerdo con las previsiones a largo plazo, un nuevo lugar de culto cristiano y un asentamiento monástico ayudará a los lugareños a abrir un nuevo capítulo de su vida, tanto religiosa como agrícola. Los miembros del comité creen que este tipo de evangelización compleja es la última —y única— oportunidad de esta región para regenerarse. El proceso de diseño ha comenzado, y ya está listo para invitar a alguno de los participantes a contribuir a la misión.
Los estudios sobre la orientación de los espacios sagrados cristianos aparecieron a principios del siglo XX. La reinterpretación de la relación entre los elementos funcionales colocados en el espacio también ha incluido la cuestión de la jerarquía. La posición simbólica de estos espacios o elementos sacros es decisiva también en la comunidad dedicada a la liturgia. Con los cambios de los conceptos litúrgicos, la cuestión del uso central o longitudinal del espacio ha determinado todo el siglo XX. Al mismo tiempo, en torno al cambio de milenio ha surgido una creciente necesidad de utilizar el simbolismo secreto de lo escondido para
diseñar del acceso a los espacios sacros, en lugar de utilizar el enfoque directo que había sido el habitual durante cientos de años. La ruta indirecta, realizada mediante cambios de dirección, fue pensada con la lógica del descubrimiento y la comprensión gradual. Es particularmente interesante que esta composición arquitectónica aparezca sobre todo en edificios temporales o efímeros, o bien en pequeños espacios sacros proyectados con pocos medios arquitectónicos.
Este texto pretende analizar el fenómeno de la arquitectura religiosa monumental en México durante el siglo XX, tanto aquella realizada para albergar el culto católico, como para los cultos evangélicos y mormones que parecen disputarse la primacía urbana, a través de una monumentalidad que puede deberse tanto a la expresión del triunfo de su fe, como a una estrategia proselitista en la captura por futuros miembros de la feligresía.
En 1939 nace el Instituto Nacional de Colonización con el fin de llevar a cabo la construcción de poblados en el medio rural, y posibilitar así la reactivación de un sector agrario que sostuviese la economía de posguerra. No obstante, sus intereses eran tanto económicos, como político-sociales.
Su objetivo era la construcción de nuevos asentamientos que además de regenerar la actividad agraria, fueran el escenario idóneo para una vida rural y al mismo tiempo espiritual. Se trataba de vincular el trabajo del campo a la espiritualización de la vida en comunidad y por tanto la evangelización de los colonos. De este modo, el edificio de la iglesia se convierte en clave dentro de su arquitectura, tanto por su capacidad de representación del sentimiento comunitario, como por su presencia en la trama urbana o su conversión en hito paisajístico a través del campanario.
En 1970, el padre Joseph Champlin escribe: «la vasta mayoría espera esta nueva época en la vida de nuestra Iglesia». Mark Mills realiza en 1971 el proyecto BEA, una capilla submarina inspirada en la forma de un pez manta que viajaría alrededor del mundo constituyéndose como un «símbolo marino dedicado a la paz». La propuesta, vista como un proyecto realista, sigue la línea de las arquitecturas contraculturales paralelas a Fuller, en las que el hábitat del hombre y su relación con la naturaleza y la comunidad se convierten en elementos esenciales del proyecto, definiendo más un espacio cognitivo o sensorial que simbólico o figurativo.
Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, doce millones de alemanes se vieron obligados a
buscar refugio en otro lugar en su país. Su suerte atrajo la atención de organizaciones caritativas católicas, como la Organización de Socorro a Sacerdotes Orientales, que les proporcionó ayuda material y espiritual a
través de una flota de capillas móviles. En este artícu- lo se afirma que esta acción fue una forma
genuinamente moderna del trabajo misionero, en el sentido de que tanto su méto- do como mensaje
fueron hijos de su tiempo: viviendo en una cultura de la movilidad generalizada y de comunicación
de masas, la palabra de una iglesia triunfalista se extendió reclamando su superioridad moral sobre
otras visiones del mundo, en particu- lar sobre el comunismo. Por otra parte, los camiones capilla
anticiparon un cambio de paradigma fundamental en el cuidado pastoral, llevando la iglesia a las personas en contra de lo que sucedía habitualmente.
Partiendo de la experiencia personal de diseño y gestión de la construcción de una iglesia temporal realizada a raíz del terremoto que sacudió la región de la Emilia Romagna, este texto, contiene una síntesis de reflexiones sobre los temas de la evangelización en la emergencia que han acompañado el proceso desde la fase de diseño hasta la ejecución. La necesidad inmediata de un refugio y, al mismo tiempo, un lugar donde poderse reconocer como comunidad celebrante, marca la transición desde soluciones al aire libre a espacios definidos, incluso si son temporales como las tiendas de campaña. Pero en el largo plazo, la comunidad percibe claramente la precariedad de la tienda, a la que reconoce un valor para la evangelización en lo provisional, pero no la expresión formal de la iglesia. Busca así un espacio para la celebración de la Eucaristía en el que encontrar, al menos, algunas de los características particulares del lugar de culto que la acerque a la normalidad. De aquí toma forma la iglesia temporal.
Como consecuencia del terremoto en Chile en el año 2010, el 47% de los templos católicos del país quedaron dañados, siendo el 80% de los templos de las zonas afectadas destruidos. Alrededor de un millón de fieles no podían congregarse en su forma habitual. La reconstrucción de los templos costaría unos 140 mil millones de pesos.
Ante esto, se lanzó “Reconstruyamos Chile con Cristo” que consistió en construir 45 capillas en las zonas devastadas. El diseño, inspirado en el Manto de María, es una estructura de acero y lona tensada que recoge los requisitos para el correcto desarrollo de las celebraciones. La capilla es de 185 m2 y capacidad para 100 personas sentadas. En mayo del 2011, estaban construidas las 45 capillas.
El culto en espíritu y verdad inaugurado por Cristo no está ligado a un lugar físico exclusivo. El ámbito material donde se desarrolla es un espacio litúrgico, definido a partir de los diversos elementos simbólicos que componen el rito: movimientos individuales y colectivos, gestos, focos de acción... El proyecto del espacio litúrgico eventual posee a su disposición una serie de herramientas proyectuales: un plano elevado donde situar los focos celebrativos; el límite; el diseño del lugar de los participantes; el diálogo con el entorno; la iconografía; la luz... El espacio litúrgico eventual es flexible, complejo, orgánico y abierto.
Tal como fue descrito por primera vez en la Gaudium et Spes, sabemos que la relación entre la
Iglesia y la sociedad debe y tiene que evolucionar. Nuestro momento en la historia quizás no sea tan sencillo como en épocas pasadas, cuando la Iglesia (física- mente y como institución) actuaba como eje de la vida y de la cultura.
Mucho ha cambiado en la sociedad occidental actual; la Iglesia es una entidad alejada de nuestras
rutinas diarias. La iglesia se ha convertido en el edificio donde asistimos a Misa los domingos,
poco más. Para aquellos que se han alejado de ella o que aún no han sido evangelizados, las
iglesias no son más que una parte de la estructura homogénea que constituye los núcleos urbanos,
suburbanos y rurales. La iglesia ya no necesita grandes gestos arquitectónicos, sino formas nuevas;
maneras más interconectadas y matizadas de existir y conectarse entre sí y con Dios; en pocas
palabras, una nueva forma de manifestar a los hombres y mujeres de hoy en día «el misterio del Dios
que es nuestro destino final» (Gaudium et Spes).
El edificio sacro tiene un área de influencia que va más allá de la parcela que ocupa. Esta comunicación reflexiona sobre la capacidad de los espacios urbanos —especialmente los contiguos a los templos— de cambiar sus atribuciones de paso y convertirse, con pocos medios, en plataformas de socialización o en una extensión de las funciones litúrgicas.
Ejemplos de calles y plazas utilizadas como habitaciones comunitarias se enlazan con episodios pasados y presentes de la historia religiosa de Barcelona, ilustrando cómo soluciones imaginativas, unidas a una buena gestión, pueden llegar a transformar las vías públicas en espacios sociales entre los edificios para acoger ceremonias multitudinarias, sin necesidad de construir costosas infraestructuras. Una manera de operar más acorde con la austeridad presente en los evangelios.
El Via Crucis de la JMJ Madrid 2011 fue un proyecto de carácter novedoso, ya que propuso, en primer lugar, la integración del lenguaje de la arquitectura contemporánea con la imaginería tradicional venida de toda España, generando una Vía Dolorosa física que sería recorrida por la Cruz de los Jóvenes; y en segundo lugar, supuso una actuación de gran escala que podríamos encuadrar en la moderna disciplina del urban land art. Desde el punto de vista de la historia de las Jornadas Mundiales de la Juventud, cabe destacar la integración de la figura de la Virgen María en este recorrido, que aparece en la XV estación dedicada a ella.
Buena parte de la arquitectura religiosa contemporánea está constituida por iglesias parroquiales. El término parroquia equivale etimológicamente a vecindad, aunque tiene la connotación bíblica de comunidad extranjera, emigrante o peregrina. Esta dimensión escatológica de orientación hacia Cristo y la Parusía es la utopía cristiana. En contraste, la arquitectura utópica de la sobremodernidad, en tanto que no-lugar, resulta a priori no-religiosa. Sin embargo, hoy podemos analizar propuestas que acompañan la fe de los usuarios en el tránsito y quehacer cotidiano, en diálogo con las tradicionales cruces de término, humilladeros y ermitas.
A lo largo del siglo veinte, las estaciones del ferrocarril situadas en las principales ciudades europeas se convierten en importantes nodos de intercambio de viajeros, con una complejidad programática que, junto a los andenes, aglutina varios usos complementarios y diferenciados, haciendo de la estación un lugar público dónde el tránsito se pueda convertir en una experiencia agradable y satisfactoria.
Entre estos usos complementarios, las capillas de las estaciones constituyen un conjunto de espacios de culto singulares, debido a las características y condicionantes que poseen. Se trata de pequeñas iglesias que buscan ofrecer intimidad y recogimiento temporal frente al bullicio constante que presenta un equipamiento ferroviario.
Concebida como la principal estación de la ciudad de Roma, Termini se transforma en un punto de encuentro especialmente significativo. En el ecuador del siglo, cuando se termina su reconstrucción mediante el proyecto Montuori, se dota de una pequeña capilla dedicada al Santo Crucifijo situada junto a los andenes que, en poco tiempo, se traslada al nivel subterráneo.
La capilla se amplia y se reforma para el Jubileo del año 2000, incorporándose como un elemento fundamental dentro del centro de servicios del foro de la estación. Su arquitectura, sencilla y noble, se introduce con naturalidad en el ambiente de la estación. Esta comunicación pretende analizar su singular historia y sus características espaciales y artísticas, para desvelar la conjunción entre modernidad y significado que se produce en este pequeño espacio para el culto.
Las capillas universitarias son puestos avanzados de evangelización que testimonian la presencia de
la Iglesia en lugares no accesibles a la pastoral ordinaria. En la mayoría de los campus italianos no hay lugares para el culto. De hecho, Italia presenta una variada fenomenología de edificios universitarios y sus
correspondientes capillas, algo comprensible observando su histo- ria. El problema litúrgico
aparece cuando nos damos cuenta de que las capillas universitarias son lugares de especial relación
con los sacramentos, una gran invitación a la meditación y una ocasión de experimentación
arquitectónica. Con la ayuda de algunos ejemplos internacionales, esta búsqueda se propone
enriquecer el perfil historiográfico y crítico de la relación entre arquitectura y liturgia.
El texto recorre la presencia de la Santa Sede en las distintas Exposiciones Internacionales, tanto de carácter universal como de carácter temático, desde la creación del Estado Vaticano en 1929 hasta nuestros días.
Con estos pabellones, los distintos papas —desde Pío XI a Benedicto XVI— quisieron hacer presente a la Iglesia católica en los foros internacionales, entendiéndolos como actos de evangelización potencial frente al laicismo contemporáneo.
Como una “Revolución Silenciosa” definió Jacinto Rodríguez Osuna la compleja reestructuración parroquial iniciada por la Oficina Técnica del Arzobispado de Madrid en 1965. El sacerdote y sociólogo fue el principal responsable de llevar a cabo la nueva división parroquial de la ciudad, que pasó a necesitar más de 300 templos.
Esta situación de emergencia tuvo fiel reflejo en la implantación de templos en locales comerciales, con una nula presencia urbana. Los arquitectos hubieron de compatibilizar aspectos técnicos como la ventilación o la acústica con distintas estrategias para conseguir sacralizar estos espacios.
¿Cuando un lugar de culto es temporal? ¿Qué tipo de características de construcción marcan la diferencia entre una iglesia parroquial provisional y otra definitiva? ¿Qué significa construir un lugar de culto temporal? La construcción de un lugar de culto no sólo proviene de las necesidades urbanas, sino sobre todo de las necesidades pastorales y de la voluntad de una comuni- dad de tener un lugar donde reunirse. Este artículo habla de la creación de una pequeña iglesia de madera prefabricada de unos 450 metros cuadrados, en un área dedicada a la construcción del centro parroquial definitivo, resultado de un concurso.
El presente artículo pretende destacar el trabajo, desarrollado entre los años 1960 y 1980, por el Secretariado das Novas Igrejas do Patriarcado de Lisboa (SNIP). El SNIP desarrolló un gabinete de pequeños proyectos para las comunidades suburbanas y rurales con pocos recursos económicos.
Para esta misión pastoral el SNIP apostó en las capillas-salón: "proyectos-tipo" de bajo coste en su construcción, que respondían a las diversas necesidades de las pequeñas comunidades. Estas soluciones adaptables, fueron testigos de una iglesia "sierva y pobre". Una modesta capilla para uso diario, articulada con un salón multiusos (para socialización, educación y formación), permitía el aumento de lugares en los días de mayor afluencia. Estas experiencias se han convertido en "laboratorio" para la síntesis del programa de arquitectura litúrgica y pastoral, explorando la unidad tipológica y probando modelos de flexibilidad.
La Corporación Cultural de Amereida ubicada en los terrenos de la Ciudad Abierta de Valparaíso cuenta con una serie de construcciones de uso religioso, sin embargo, la práctica de la religión también se hace arquitectura mediante otros procesos menos habituales pero igualmente importantes. El objeto de esta comunicación es estudiar tanto los primeros como los segundos con el fin de vislumbrar el papel de la religión tanto en uno como en otros.
La presente comunicación describe la historia de la capilla de santo Domingo de la Calzada, y su última transformación, en 2013, debida a la necesidad de resolver importantes problemas de filtración de agua. La capilla se construyó en 1978 dentro de un túnel de 35 metros de longitud, bajo una via pública. De este hecho se derivaron varios problemas funcionales y litúrgicos. La comunicación describe principalmente cómo, en la rehabilitación de 2013, se han estudiado y resuelto dichos problemas, especialmente los que se refieren al diseño del tabernáculo y el altar.
Esta comunicación se hace eco de las grandes celebraciones eucarísticas celebradas en ocasiones por la Iglesia católica en lugares públicos, y propone algunas pautas para su desarrollo. Para ello, utiliza los ejemplos de las misas celebradas reciente- mente por el papa Benedicto XVI en Valencia (2006) y Lisboa (2010), el papa Francisco en Lampedusa (2013), y una misa celebrada en Fátima por el Prepósito General de la Compañía de Jesús, padre Adolfo Nicolás (2008). A través de estos casos, se puede ver cómo una construcción pobre y sencilla generada por una arquitectura humilde puede ser tan hermosa y noble como la más rica. Pero lo más importante es que en este último caso, su testimonio cristiano se hace más creíble.
En 2012, como parte del programa World Design Capital, se inauguró en Helsinki la Kamppi Chapel of
Silence, con el fin de proporcional a los ciudadanos un momento de silencio, relax y encuentro en el área más concurrida de la ciudad: la entrada del centro comercial Kamppi. A partir de estos hechos nos podríamos preguntar: ¿Cual era el objetivo real de todo esto? ¿El resul- tado de los deseos ciudadanos de
estar con Dios, sin ser molestados por los turistas? ¿Tal vez una estrategia para atraer a más cristianos en una sociedad multirreligiosa? ¿Una nueva modalidad de caridad luterana al servicio de las necesidades de la gente? Mi comunicación analiza las relaciones entre las formas arquitectónicas y las emociones en los espacios sagrados, a través de varias iglesias finlandesas históricas.
El Mensaje del Sínodo de los Obispos expone las claves de la nueva evangelización que iluminan las respuestas de la arquitectura a los retos que plantea.
En 2012, se inaugura en Helsinki la Capilla del Silencio que ofrece un lugar de recogimiento espiritual, abierto a todas las personas. En un entorno de gran afluencia −plaza Narinkka− su llamativa forma despierta curiosidad. Una comunidad que acoge en el vestíbulo, conduce a descubrir un interior sereno que invita a la contemplación y al silencio.
La respuesta suscitada, propicia el análisis de sus cualidades arquitectónicas, cercanas a los objetivos de la nueva evangelización.
La orden del Carmen posee una específica espiritualidad contemplativa que demanda un lenguaje
arquitectónico autónomamente figurativo. La monjas carmelitas de clausura viven en un desierto simbólico, el recinto de su monasterio, a semejanza de los tempranos discípulos de Elías, desperdigados por el Monte Carmelo, en Tierra Santa. Dentro de su vocación de sencillez, se permite a las carmelitas decorar creativamente las capillas de sus monasterios. La presente comunicación ofrece una intro- ducción a
la espiritualidad carmelita, las implicaciones arquitectónicas de sus Constituciones y los principios para un nuevo Carmelo.
Stella Matutina es la segunda fase del proyecto del arquitecto John Pawson para el Monasterio de Nuestra Señora de Novy Dvur (República Checa). En él se reúnen los principios, fundamentos y bases del ideal cisterciense pero a través de detalles contemporáneos, que aún se conectan con las preocupaciones de San Bernardo en su «Apología al Abad Guillerme» (siglo XII). Se ha conectado la espiritualidad cisterciense a la arquitectura contemporánea por los principios cistercienses, por el minimalismo contemporáneo o por su impacto, ya sea en la región dónde se inserta, ya sea como marco histórico arquitectónico del siglo XXI, siendo además una forma de catequesis y evangelización.
En la sesión de clausura del III Congreso Internacional de Arquitectura Religiosa Contemporánea, Ignacio Vicens y Hualde relató su experiencia personal en la construcción de las estructuras litúrgicas provisionales que se levantaron en Madrid para acoger la visita de Su Santidad Benedicto XVI durante la Jornada Mundial de la Juventud 2011: un altar en la Plaza de la Cibeles, unos confesionarios portátiles en el Parque del Retiro, y el gran altar en la base aérea de Cuatro Vientos.
La segunda forma de participar en el congreso es el formato Panel. Se trata de proyectar UN PEQUEÑO ESPACIO DE SILENCIO Y ORACIÓN, adaptable a diversas circunstancias urbanas, donde se pueda acudir individualmente o en grupo para recogerse en silencio y adorar la Eucaristía.
El recinto debe contemplar la posibilidad de realizar eventuales actos de culto católico. Se valorará su polivalencia, transportabilidad y capacidad icónica.